José Zorrilla fue coronado en Granada como Poeta Nacional en el Corpus de 1889. Abunda la bibliografía sobre esta coronación. El propio Duque de Rivas, enviado por la reina regente María Cristina, madre de Alfonso XIII, fue el que vino a coronarlo con aquellas frases:
«En nombre de S.M. la Reina, tengo el honor de colocar esta corona sobre las egregias sienes del inmortal autor del poema Granada«. Le acompañó el que fuera ministro de Ultramar, el barcelonés Víctor Balaguer, escritor y periodista al que llamaban el Trovador de Montserrat, y el académico de la RAE Manuel Silvela.
El 5 de abril de 1845, en plena primavera, nos visitó Zorrilla por vez primera, su llegada apenas tuvo repercusión; pero lo que sí resultó espectacular fue el recibimiento del poeta en la estación para los fastos de la coronación de 1889; no faltó ningún granadino ilustre empezando por el alcalde, el Conde de las Infantas, presidente del Liceo, de donde partió la idea, y toda una cohorte de ciudadanos de bien ocupando las primeras filas, tras las cuales se agolpaba el pueblo que masivamente no se quería perder aquel alarde de guirnaldas, grímpolas y banderolas.
Hacía tiempo que Zorrilla saltó a la fama nacional, en 1837, a raíz de unos versos que dedicó a Larra en el día de su entierro y en el mismo cementerio. Contaba solo con 20 años y sobre el féretro y delante de todos, Espronceda entre otros, empezó diciendo esto:
Ese vago clamor que rasga el viento
Es la voz funeral de una campana:
Vano recuerdo del postrer lamento
De un cadáver sombrío y macilento
Que en sucio polvo dormirá mañana…
Según sus biógrafos, fue a partir de ahí cuando el joven Zorrilla empezó a escribir en El Porvenir y en El Español, los dos periódicos más importantes del momento. Unos años después y siendo ya famoso viene a Granada; se prendó de la ciudad y lo dejó dicho con estos emocionados versos:
Dejadme que embebido y estático respire
las auras de este ameno y espléndido pensil.
Dejadme que perdido bajo su sombra gire;
dejadme entrar en brazos del Darro y el Genil…
Los actos de la Coronación, promovidos por el Liceo de Granada y la colaboración del periodista Luis Seco de Lucena, director de El Defensor de Granada, duraron desde el 16 al 29 de junio de 1889 coincidiendo con el Corpus y a ellos asistieron miles de personas y numerosas representaciones de toda España y del extranjero. No estaba Granada para muchos derroches; acabábamos de salir de epidemias y terremotos, pero hubo certámenes literarios, conciertos dirigidos por el maestro Bretón, corridas de toros, banquetes, bailes de gala, sarao en Los Mártires, luminarias callejeras con luces de bengala, bandas de música, balcones engalanados, etc. Y como escenarios principales el Paseo del Salón y el Palacio de Carlos V.
Una de las embajadas invitadas por el Liceo de Granada fue la de Barcelona. El Ayuntamiento catalán vino representado por su alcalde don Francecs Rius i Taulet, Marqués de Olérdola, acompañado del secretario, un cronista, el ya mencionado Víctor Balaguer, un arquitecto municipal, guardias de gran gala, el estandarte de la ciudad, maceros y porteros en traje de ceremonia. Donó una corona de hierro y oro con la leyenda “Barcelona a Zorrilla” y 1.000 pesetas. La corona se guarda hoy en el Museo Zorrilla de Valladolid.
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