«Es espectacular cuando está la plaza que no cabe un alfiler y hay un silencio al pedir los tres favores que es ¡impresionante!»
Vicente del Paso Cirre, el quinto de nueve hermanos, procede de «los Cirre» – una familia de casta – entre los que se encuentran los Monosabios de la Plaza de toros de Granada, el cantaor Francisco Guardia más conocido como «Curro Albaicín» o las bailaoras María Guardia, «Mariquilla» o Angustias Ruiz, «Angustias La Mona».
Nació en 1963 y se crio con el sonido de la Banda de Cornetas y Tambores en el antiguo barrio judío de «El Realejo» y con sus ojos siempre puestos en la Virgen de la Misericordia y la imagen tallada en piedra de Sierra Elvira de «El Cristo de los Favores».
Vicente del Paso nos describe el acto de las tres caídas que cada Viernes Santo cita a cientos de granadinos frente a «su Cristo de los Favores», como: – algo único en el mundo, es espectacular cuando está la plaza que no cabe un alfiler y hay un silencio al pedir los tres favores que es… ¡impresionante! Recuerdo cuando trabajaba de camarero y a las tres en punto me pillaba con la bandeja en ¡alto y llena! y me esperaba así, inmóvil, hasta que acababa el acto y tocaba la corneta -.
Antes de la crisis, colaboró con muchísimas cofradías y lleva alrededor de treinta años como hermano de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas y Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos de la Muy Antigua, Pontificia, Real e Ilustre Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario.
Huérfano de padre, comenzó a trabajar a la temprana edad de siete años y ya demostraba un gran carácter cuando fue a pedir trabajo al «Bar Fernando» y le dijeron: «dile a tu madre que venga» y él contestó: -¿quién va a trabajar aquí, mi madre o yo?, ¡con el que tienes que hablar es conmigo!-. De “Fernando”, el primer bar de Granada que puso música de ambiente, pasó a trabajar como aprendiz en el Bar Sota, con José Ocaña Carmona.
Su primera cotización a la Seguridad Social llegaría a los catorce años cuando trabajaba en el «Bar Diego», donde se vendía vino de Cantoria, que fabricaba el propietario del bar. De ahí, se fue al Restaurante Los Martinetes donde estuvo más de veinte años junto a su propietario Antonio Martínez González, a quien Vicente considera su padre. Nos habla de él con mucho cariño y lo describe como: -«un pedazo de profesional, para mí de los mejores de Graná. Como no he tenido padre, para mí es como si lo fuera. Además, cuando me fui de allí, fue como cuando te peleas con tu padre… la pelea que tuve con él fue así, como de padre a hijo. Ya hicimos las paces, e incluso a pesar de estar enfermo ha venido alguna que otra vez aquí; lo sigo queriendo mucho. Se merece que le hagan un homenaje de hostelería porque ha dedicado toda su vida a ella y lo que sé, se lo debo en gran parte a él»-.
Se define como una persona muy trabajadora, amigo de sus amigos. Le gusta la gente que va de frente, la gente falsa no le agrada y si tiene alguna virtud, dice que es, que la gente lo quiere mucho, porque da todo lo que tiene de corazón y le gusta respetar a todo el mundo y que lo respeten a él: » hay gente que no respeta el tema religioso y a mí eso me duele mucho. Les digo si no crees lo respeto, pero esto es un negocio y también tienes que respetarlo».
De todas las Vírgenes que coronan su negocio a la que más devoción le tiene es a la Virgen del Rocío. Recuerda que una de las veces que realizó a pie “el Camino» llegó a hacer noche a Villamanrique y no habiendo habitaciones libres para hospedarse en ningún hostal, fue a buscar al Párroco y este, habló con los Duques de Orleans, -tíos del emérito Rey Juan Carlos I- y el hijo del Duque de Orleans, le entregó las llaves de la Iglesia de Villamanrique para que Vicente durmiera en uno de mejores de los lugares donde un peregrino rociero pueda dormir, no sin antes haber sido invitado por los Duques a cenar con ellos en el «Bar de la Rubia», unos típicos montaditos sevillanos.
Vicente del Paso se ríe recordando al cantautor José Luis Figuereo. «El Barrio», cuando llega a El Rincón del Cofrade entra directamente en su cocina para comerse sus deliciosas croquetas. – Mis clientes, cuando se enteran que actúa en Granada, vienen, porque saben que él siempre aprovecha para visitarme. Una noche, cuando el bar lo tenía en Cenes de la Vega, cantó un fandango al que llamó «Fandango de los Rinconeros» y poco después saco al mercado la canción Somos los Barrieros, creo que fue inspirado en aquella fantástica noche-, nos confiesa Vicente. -«Otro día en un concierto que dio en el Palacio de Deportes, me dedicó la canción Llorando por Granada, dijo: «Para mi amigo Vicente de El Rincón del Cofrade, que tiene las mejores croquetas del mundo» Son tantas las anécdotas que puede contar… porque su casi medio siglo dedicado a la hostelería nos daría para escribir un libro.
«La nueva generación que viene a mi bar, -dice- son jóvenes que de pequeños se quedaban dormidos encima del mostrador o en las mesas y me llaman el Tito Vicente, como mi Víctor Sabater, Cristian Blanco, Ángel Luna, el Varela… son niños que se han criado en El Rincón del Cofrade y para todos ellos, soy su Tito Vicente».
Vicente del Paso tiene dos cosas muy arraigadas en su vida diaria, una es pasar por la Basílica de las Angustias, antes de ir a trabajar y la otra es, antes de cerrar El Rincón del Cofrade. Cada noche, cuando el reloj marca las doce en punto «todos a una» levantan sus voces para cantar la tradicional salve rociera que llega a emocionar a muchos de los allí presentes, lo que hace de este simbólico lugar una estación obligatoria para los aficionados de la Semana Santa Granadina y por supuesto de los amantes de la buena cocina andaluza.